Arranque de Juventud
  
He estado tratando de comunicarme contigo desde hace 2 meses que fue mi cumpleaños y no he tenido éxito. Pues qué fue de ti. Cuando tenías escasos 16 años me dijiste que cuando cumpliera 40 te hablara porque seguramente ya sería una persona muy interesante y te gustaría que fuera tu amante ¿Recuerdas? Pues yo sí, por eso en cuanto cumplí los 40, inmediatamente traté de buscarte para recordarte aquello.

Aún tengo tu número telefónico que guardaba en aquella vieja agenda, bueno libreta de notas pues no conocía de agendas. Al marcar dicho número una voz madura femenina me dijo que hace 10 años que ustedes ya no viven allí. He buscado en la sección blanca de teléfonos tu número telefónico actual no he encontrado nada relacionado con tu nombre o apellidos. He tratado de localizar a amigos mutuos que tuvimos en esa época y sólo lo logré contactar a uno y la verdad no tiene ni la más remota idea de lo que pasó contigo.

¿Qué fue de ti? ¿ Sigues siendo la persona analítica que conocí ? ¿ Sigues teniendo ese carácter serio y fuerte que era tu signo de distinción ? ¿ Eres abogada ?

Recuerdo que estudiamos los primeros dos semestres del bachillerato juntos y después cada quien se fue por diferentes caminos, sin embargo, coincidimos con amistades y es allí donde empezó nuestra historia. Tú eras una especie de líder que las mujeres de esa época seguían independientemente de las ideas locas que se te ocurrían, como por ejemplo, el extraño club de “Lulú” que crearon que consistía en rechazar a cuanto individuo se les acercara con intenciones que fueran más allá de una amistad simple, de hecho, me da la impresión que tenías ciertos tintes feministas pero, curiosamente, tú fuiste la primera que dio el brazo a torcer y fue conmigo.

Cuando coincidimos como pareja aprendí a no meterme con tus ideas sino a hacerlas mías porque me agradaba como pensabas, me aventajabas en todo, desde como vivir hasta como morir. Eras una persona aparentemente contradictoria, recuerdo que fuiste tú la que me dijo que no te gustaban las personas celosas y fuiste tú la que le dijo a mis amigos que me dejabas porque no te celaba lo suficiente, aún cuando el que finiquitó la relación fui yo pero no ibas a permitir que se supiera porque además sabías que yo no diría nada.

Esos pensamientos opuestos tuyos me gustaban porque me presentabas un acertijo que tenía que resolver cada día que te veía. Nunca supe que había en medio de dichas contradicciones, pero algo estaba allí, de eso tenía la certeza.

Tu independencia y facilidad para comprender situaciones, ambientes, enseñanzas no eran del todo impresionantes pero eran originales, en cambio, reconozco que yo era un tipo gris, demasiado tímido, con miedo de tratar a una mujer... de hecho con un miedo absoluto de vivir.

A pesar de que conocía a muchas personas de la generación, procuraba estar solo todo el tiempo. Cuando salíamos del colegio juntos siempre caminaba solo hasta atrás de todo el grupo de personas, siguiendolos y escuchando las conversaciones de ustedes pero, por algún motivo que desconozco tú te empezaste a acercar a mi y comenzaste a moverte del grupo donde estaban todos hacía atrás donde normalmente yo caminaba por mi cuenta. Al principio no me llamó la atención que lo hicieras pero si me hizo sentir curiosidad al respecto ya que tú y yo no hablábamos mucho.

Poco a poco me empezaste a hacer la plática con “holas” que taladraban mis silencios y comenzamos a charlar acerca de temas en común (es un decir porque normalmente tú eras la que llevaba la voz cantante), no recuerdo ninguno de los temas en particular pero seguramente no eran importantes. La atracción empezó a surgir paulatinamente, me empezó a gustar tu charla, tu caminar, el coqueteo discreto pero sobre todo, el desdoblamiento inocente de tu interior mostrando juventud y curiosidad por un enigma que querías resolver pues era lo que yo representaba para ti, eso después me lo harías saber.

Me preguntaba qué hacía alguien tan popular como tú platicando con un ente extraño (incluso desde mi punto de vista) como yo. Es desde entonces que desarrollé la idea de que independientemente de la cultura, popularidad, conocimiento, desarrollo, intelectualidad, estabilidad, conocimiento del mundo, entre otras cosas, que tenga una persona. Cuando esa persona se fija en alguien más es porque ese alguien más tiene algo que la persona en cuestión no ha encontrado en ninguna parte y eso debe hacer sentir seguro a la persona que recibe como depósito el amor o interés de esa otra persona que en apariencia tiene todo, excepto lo que tiene la depositaria de su atención.

No tenía conversación que sostener contigo y lo sabías, por lo que eras tú la que normalmente llevaba la plática, hablando de todas tus aventuras y desventuras, tus opiniones acerca de cosas que yo no tenía idea que sucedieran, entre otras cosas interesantes que manaban de tu mente, sabes, yo era muy ignorante cuando me conociste, o al menos eso creía, poco después descubriría que yo tenía acumulados muchas cosas que simplemente no sabía cómo exteriorizar.

Pasado un tiempo de estas charlas vespertinas, mi interés por ti creció y entonces decidí ir más allá.

Yo no se como me atreví a decirte que salieras conmigo y menos de la forma tan sofisticada como lo hice, aunque te debo confesar que lo estuve planeando. Un buen día decidí pedirte que saliéramos como novios, así de simple, bueno pues ese día conocí la palabra nerviosismo en toda su extensión. Comprendía que una relación de dos implica mucho más que estudiar para una materia, exponer en público o presentar un exámen para el que no había estudiado, es simplemente una materia humana para la que no hay reglas y para lo que hay que improvisar, conociendo, olvidando y reconociendo continuamente. Adicionalmente, mi riqueza del español hablado era criminalmente bajo y además mi pobreza para sostener una conversación sostenida me avergonzaba, sin embargo, me lancé al ruedo porque independientemente de las carencias sabía que en mi cofre, había algo que tu querías.

Llegó la fecha, que desgraciadamente se ha diluido con el tiempo, un día cualquiera íbamos caminando de un lado a otro de la escuela todo el grupo de personas que acostumbrábamos a caminar juntos y apele al viejo truco de las agujetas sueltas por lo que me detuve a amarrarme las mismas, tratando de forzar tú actitud de esperar para acompañarme y funcionó. Ese era el momento que necesitaba, pero los nervios me estaban corroyendo internamente y en ese momento tenía que destrabar todas las cosas que tenía planeado decir por lo que casi sin pensarlo e impulsándome desde adentro con un ahora o nunca te dije: “¿Tienes 5 minutos? Necesito hablar contigo”, tu aceptaste y nos sentamos en una banca y agregué: “Sabes, después de este tiempo en que hemos compartido, platicando y conociendo las debilidades y fortalezas de nosotros me he dado cuenta que me atraes poderosamente y me gustaría entablar algo más profundo contigo ¿Me aceptarías como la persona con la cual establecer una relación sentimental?”. Si me salió tan elegante y perfecta la declaración fue porque toda esa semana había estado practicando en mi recámara una y otra vez, además las frases me las había robado de conversaciones que había escuchado en el radio o con mis hermanos, por lo que confieso que mi declaración fue armada con el “pirateo” de frases de aquí y de allá.

Lo que me sorprendió fue lo que siguió, pues no se como le hice para continuar la conversación en el mismo tono. Tu dijiste la frase clásica “Me das tiempo para pensarlo” y yo te conteste “Si… tienes 10 minutos”. Tú me miraste con asombro por la respuesta y yo… yo mismo estaba perplejo por esa forma de contestar pues eso no era parte de mi, ni de mi plan, los nervios me estaban destruyendo por dentro y yo aparentaba una calma inaudita. No pasó ni un minuto cuando me dijiste que “si, me gustaría” con una sonrisa clásica que decía claramente “Ya te habías tardado compadre”. No recuerdo lo que dijimos pero cerramos con el pacto con un beso, fuimos y alcanzamos al grupo y no les dijimos nada inmediatamente pero ya se imaginaban los acontecimientos.

Iniciamos algo muy suave y encantador en términos sentimentales. Aprendimos a observarnos y a conocernos de forma paulatina. Aún, recuerdo muchas características tuyas hoy en día pero sin duda lo que más me asombraba era lo firme que eras para hacer o reclamar, inteligencia la tenías de sobra, belleza física e interna también. La forma de tus labios era muy singulares pero apropiada para ti y para tu forma de expresarte. Sin embargo no supe retenerte... porque no quise hacerlo

Nuestra relación fue una relación corta, ¿7,8 meses? No recuerdo, pero honestamente creía erróneamente que tú sin mí eras dos y conmigo eras menos que uno. Esto se había terminado pronto, tú posteriormente saldrías con alguien más, yo me quede solo, mis miedos me hacían compañía. En ese entonces mis prioridades eran capear los problemas familiares, mis acampadas, los deportes, estudio, no recuerdo qué otras cosas y al final, muy al final, las relaciones sentimentales, mi relación contigo fue la excepción en el momento, esta falta de curiosidad cambiaría radicalmente con los años.

Hubo cambios en mi persona en ese entonces en parte impulsado por mi relación contigo pero en gran medida porque comencé a trabajar y a estudiar en otra escuela los fines de semana, adicionalmente mis acampadas comenzaban a hacerse más largas y mejor planeadas. Estas actividades adicionales ampliaron mis horizontes y, sobretodo, mi criterio.

Mi trato con las demás personas comenzó a hacerse más fluido gracias a las múltiples actividades que realizaba, me di cuenta que la calificación que había dado a mi persona era errónea pues era simplemente mi inexperiencia social la que me había llevado a vivir como ostión y por ende no me había relacionado apropiadamente con el resto de las personas que me rodeaban, las cosas comenzaron a cambiar muy rápido para mí.

Ocurrió algo muy grato en ese entonces, el hecho de abrirme a conocer a otros grupos de personas me llevaría a encontrar a una mujer que cambiaría radicalmente mi vida, ella se encajaría fuerte y profundo no sólo en mi alma sino en todo lo que mi persona representaba en ese momento y en el futuro inmediato que se convirtió en un futuro muy lejano. Con ella fundaría una amistad muy fuerte que a la postre se convertiría en una relación muy particular y extremadamente profunda, la cual afectaría no sólo lo que era sino en lo que me convertiría a la postre.

El último día del colegio, donde ambos tomábamos caminos diferentes hacia las que serían nuestras profesiones, fue un tanto triste para ambos, tú habías terminado tu relación con la persona con la que andabas en esos días y yo aún tenía que ir un día extra debido a que aún estaba en exámenes finales en una materia, ignoraba que estaba exento.

Pasé por una de las explanadas principales de la escuela y me despedí de todos, tenía que ir a repasar unas cosas a casa de la materia faltante. Quién iba a pensar que esa sería la última vez que vería a todos juntos, pensé erróneamente que ya vendrían oportunidades de vernos más adelante. Cuando por fin me retiraba, escuche que alguien me llamaba, pero al voltear no vi a nadie, continué mi camino y fue cuando apareciste de no sé donde, me alcanzaste, me detuviste y con un esfuerzo muy fuerte que noté de tu parte, empezaste a hablar y me dijiste cosas muy bellas acerca de lo nuestro, yo pensaba que estaba olvidado porque ya había pasado un año desde que habíamos terminado. Tú me hiciste ver lo equivocado que estaba y el porqué no había sido olvidado, aunque fue una relación de corta duración fue muy intensa dentro de nuestros parámetros juveniles.

Yo estaba sereno, firme y muy en paz, ya no era la persona insegura que habías conocido, lo sabías pues te percataste del cambio radical durante el último año. Tú hablabas y parecía que estabas a punto de llorar. Tu plática fue honesta, pura, sencilla, sin la basura del adorno y directa. No sabía qué decir, me sentía profundamente halagado por las palabras que vertías sobre mí y siendo la personas que tu eras, la validez de dichas palabras crecía en valor y profundidad, pero aún así dichas palabras eran sólo una brisa acariciando mi rostro pues ya mi corazón pertenecía a otra persona y durante los siguientes 12 años continuaría perteneciendo, de lo contrario no imagino qué hubiera pasado.

Estábamos en el clímax de la conversación cuando apareció un tercero que nos interrumpió y no te permitió seguir. Aproveche la coyuntura y solo dije “adiós” y me retiré.

Después del colegio tú irías a estudiar a Derecho y yo Ingeniería.

No he vuelto a saber de ti desde entonces y ahora que cumplo mis 40 quisiera ver si lo que me dijiste era en serio o fue tan solo un arranque de juventud.